domingo, 18 de julio de 2010

De qué maneras tan retorcidas se pueden llegar a echar de menos a algunas personas...

Es algo que se me ha ocurrido al pensar si escribo y hago públicos mis nuevos desvaríos o los dejo aparte y privados.
No me gusta este blog. Lo leo desde el principio y me acuerdo de demasiadas cosas. Odio esta clase de recuerdos cuando son así. Y mucho más hoy. O ayer.
No me gusta verme crecer. Creo que estoy medio torcida.
Y mejor paro aquí antes de hacer de esta despedida o comienzo una entrada en condiciones.

Pues nada, que hola o adiós (a muchas cosas)

lunes, 25 de enero de 2010

DIARIO DE KITOU AYA XXIII

Capítulo 5- Habiendo entendido la verdad III

Entrenamiento.
1.- Usar un par de muletas. ( Casi me caigo porque no tengo demasiada fuerza en el brazo derecho)
2.- Practicar levantándome de una silla.
3.- Aunque me dIjeron que sería incapaz de andar si no doblaba las rodillas, me mareaba y no podía hacerlo bien.
4.- Trabajos manuales: hacer punto, hacer cosas, etc.
El 20º día en el hospital. Me han hecho el segundo test de mis funciones.
"No hay demasiados cambios."
¡Me escandalicé!
" Pero tampoco has empeorado" añadieron.
¡Eso no está nada bien! Tengo que mejorar- aunque sea un poco.
Fui a la Sala de Rehabilitación. Había muchos adultos discapacitados, pero no demasiados niños. Había un hombre que tenía paralizada una parte de su cuerpo por un choque. Mientras me miraba apretar los dientes al tratar de arrodillarme en una esterilla, se secaba las lágrimas. Con los ojos le dije : "Mira, ahora mismo no me puedo permitir llorar. Siento tanto dolor que quiero llorar, pero me guardaré esto hasta que logre andar. Tú también deberías seguir intentándolo ¿vale?"
Me siento inquieta y preocupada al pensar en el gran esfuerzo que voy a tener que hacer para poder andar. Cuando volví a mi habitación, cogí las agujas de punto - aunque más que coger, sería más correcto decir que las agarré- . Una vez agarradas no puedo soltarlas; mi cuerpo se entumece y no puedo ni abrir la mano ni cerrarla. Me lleva unos 30 minutos tejer una vuelta.
Creo que practicaré la canción de preescolar "Musunde, hiraite" (Aprieta los puños, ábrelos...) manteniéndolo en secreto para que no se enteren los pacientes de la otra habitación.
Siempre que vienen el director del hospital o el doctor a cargo, los siguen muchos internos jóvenes. Su conversación me entristece:
Noticia 1. Mi conexión de programación dentro del cerebelo está rota, por lo que los movimientos que las personas normales pueden hacer involuntariamente son solo posibles cuando la información ha sido enviada a mi cerebro.
Noticia 2. Mi sonrisa ocasional es patológica.
Los internos escuchan atentamente al director o al doctor a cargo, pero yo me siento cortada. No es agradable que se hable sobre ti así. Me gustan los internos porque es divertido hablar con ellos sobre libros o amigos, pero se vuelven diferentes durante esas visitas cuando me observan con curiosidad. De todas maneras, no se convertirán en buenos doctores si no estudian, así que imagino que no tiene remedio.
Me muevo costosamente por el hospital gracias al espléndido servicio de mi silla de ruedas-cuando voy a rehabilitación, a varios tests y al tratamiento para los dientes. He hecho muchos amigos entre los pacientes y las enfermeras. K-san me preparó unas bolas de arroz. El hombre de mediana edad que me dio un melón me invita por las tardes a ver la tele con él. Una enfermera interna me invitó a un helado. La mujer de mediana edad en la habitación 800 me puso unas flores en un jarrón. Leí un cuento infantil con Mami-chan. Siento como si todos fueran parientes. Cuando un hombre de mediana edad abandonaba el hospital me dijo, con lágrimas en los ojos: "¡Aya, esfuérzate hasta el último momento!"
Reálmente, he tenido una magnífica oportunidad para conocer a gran variedad de personas. Todos dicen : "Eres una buena choca, Aya. Te admiro." ( Pero me siento avergonzada porque no creo que sea para nada una "buena chica") Sólamente he estado aquí por muy poco tiempo, pero no olvidaré a ninguno de vosotros.

domingo, 23 de agosto de 2009

DIARIO DE KITOU AYA XXII

Capítulo 5- Habiendo entendido la verdad II



Segunda estancia en el hospital

(Hospital de la Salud de la Universidad de Nagoya)

Esta vez, las principales tareas serán controlar el avance de mi enfermedad, inyecciones de una nueva medicina y continuar con la irritante rehabilitación. La diferencia con la anterior estancia es que me han pedido que no salga sola (por el riesgo de caerme).

Cuando fui al baño miré por la repisa de la ventana. Me deprimí al ver las paredes grises y los edificios negros.

"¿ Por qué te ves tan cansada?" me preguntó la enfermera que me acompañaba.

Mi nistagmo ( movimiento involuntario de las pupilas hacia la derecha e izquierda) es cada vez más habitual estos días. Me hicieron un chequeo de los ojos en la sala de tests para ondas cerebrales. El doctor de ahí también tiene una pierna mal. Me dio rabia cuando pensé que si al menos tuviera una parte de mi cuerpo que funcionara bien podría trabajar.
"¿Por qué me pones esa crema?" pregunté.

" Porque te estás haciendo un chequeo." respondió el doctor.

Su respuesta me dejó un poco fuera de lugar. ¿Me pregunto si responderá así a la gente normal? Puede que parezca estúpida por tener ambos discapacidad física y trastorno del habla. La doctora Yamamoto me llevó al Hospital Universidad de Nagoya en su coche para realizar más tests. Si miro de repente al frente, la bola roja que veo se emborrona, dividida en dos. Esta vez traté de mirar a la izquierda rápidamente. El grado de distorsión era menor en la izquierda. Como me imaginaba, el trastorno de mis nervios motores de la derecha está progresando más. En el coche, le dije a la doctora Yamamoto que después de la inyección no me siento tan mal como antes y me preguntaba si eso significaba que la nueva medicina ya no tenía efecto. También le dije que aunque mi tendón de Aquiles parecía haberse flexibilizado, mi trastorno del habla empeoraba.

"Respecto al trastorno del habla," dijo," lo mejor es que termines de decir lo que estás diciendo, aunque encuentres difícil pronunciar todas las palabras. Sin duda, las personas se acostumbrarán a tu forma de hablar."

sábado, 22 de agosto de 2009

DIARIO DE KITOU AYA XXI

Capítulo 5, 18 años (1980-1981) - Habiendo entendido la verdad

Hoy he tenido un shock bastante grande. Esta es la conversación que tuve con mi hermana de cuatro años Rika:
"Aya, quiero tambalearme como tú."
"Pero entonces no podrías andar o correr, y te aburrirías de ello." respondí tan campante. "Ya hemos tenido suficiente de este problema conmigo."
"Vale, pues entonces no quiero." dijo inmediatamente.
Esto ocurrió en la entrada. Mamá estaba en algún lugar en la casa. ¿Me pregunto qué pensaría cuando nos escuchó?

Últimas vacaciones de verano de instituto

Tomé un baño por la mañana (para que mi cuerpo se suavizara). Mamá se movía de un lado a otro ocupada diciendo el calor que hacía. Me dio lástima porque yo no tenía calor, por lo que estuve haciendo cálculos de matemáticas hasta sudar.

Después de almorzar, tenía dolor de muelas. Me aproveché de estar en casa para llorar.
"¿Cuántos años tienes?" Dijo mi hermano. Es su comentario preferido. Puso algo de hielo en una bolsa de plástico para mi. Eso enfrió mi mejilla y dormí dos horas sientiéndome bastante cómoda.

Cuando mamá volvió a casa, me puso algo de analgésico Shin Konjisui en los dientes. Luego jugué a gomaku con mi hermano. Me ganó, 8 partidas a 2. Ako vuelve tarde a casa por su trabajo a media jornada. A petición mía, comimos tofu frío y sashimi.

Por la noche, volví a caerme. Cuando me levantaba para apagar la luz de la habitación , me caí... SLAP-BANG. Hice un ruido terrible y mamá vino corriendo.
"¿Qué ha pasado? Aya, tienes que usar el cerebro y agregar las cosas que has aprendido hasta ahora. Si sigues cayéndote así, no seré capaz siquiera de ir a trabajar con la mente tranquila."
Mientras decía esto, puso una cuerda larga en la cadena que colgaba de la lámpara. Debo ser más cuidadosa con lo que hago por la noche.

Limpié mi habitación con entusiasmo pensando, "¡Hoy es el día!" Me movía de rodillas, así que la aspiradora no succionó muy bien el polvo. Pero trabajé en ello desesperadamente. Después me sentí muy bien.

Keiko vino a visitarme.

Como las plantas acuáticas
flotando en la laguna,
hablando con mi amiga,
simplemente mirándonos la una a la otra,
sobre nuestros más íntimos sentimientos.
Mi amiga con sus ojos brillantes
me habla de sus sueños.

Keiko habló mucho sobre sus sueños del futuro. Sentí que era así como nos convertiríamos en adultas.

viernes, 21 de agosto de 2009

DIARIO DE KITOU AYA XX

Capítulo 4, "Ya ni siquiera puedo cantar..." XII

La excursión del colegio

Estaba pensando que sería muy difícil para mi ir a la excursión del colegio. Pero parece que después de todo puedo ir. Mamá vendrá conmigo y papá se quedará en casa.

Registro de mis impresiones
Las Palomas y yo: Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima.

"Po-po-po" y "kuru-kuru" arrullaban las palomas. Al principio no se acercaban a mi (creo que tenían miedo de la silla de ruedas.) Pero cuando cogí algo de comida para pájaros, vinieron y se posaron en mis hombros, brazos y la cabeza. Me molestó que tanto las palomas como las personas que hecharon la bomba fueran tan calculadores.

Fui al Museo Conmemorativo de la Paz al cabo de unos minutos. Estaba oscuro. Solo las exposiciones son iluminadas intensamente, por lo que predomina un ambiente extraño. Hay un modelo exhibiendo la hora del bombardeo. Una madre y un niño con la ropa destrozada escapaban de algo agarrándose de la mano. Todo al rededor de ellos era rojo por el fuego. Era del mismo color del plasma de la sangre que sale cuando me caigo y me corto.

"¡Es horrible!" masculló mamá detrás de mi. Volteó la cabeza y dijo, "No debería decir eso,¿verdad? Debería decir 'Me siento mal por ellos', porque ellos no querían que fuera así."

Yo no pensé que fuera horrible. Eso no era todo lo que ocurrió en el bombardeo. Eso no era todo lo que ocurrió en la guerra. Una simple niña como yo, que no sabe nada de la guerra, pretendía ser fuerte de esa manera.

Estaban expuestas las grullas plegadas hechas por Sadako, que murió por una enfermedad de la bomba A. Estaban hechas de una especie de papel transparente de cera roja.

¡No quiero morir! ¡Quiero vivir!
Sentí como si pudiera escuchar los llantos de Sadako. Pero, ¿qué clase de enfermedad es la enfermedad de la bomba A? Aún hay personas que la sufren después de 35 años, ¿así que es acaso una enfermedad hereditaria? Le pregunté a mamá, pero no lo sabía exactamente.

Había un caballo disecado con queloides, tejas quemadas por rayos de calor, botellas de sake de 1,8 litros que se habían fundido tomando formas retorcidas, algo de arroz negro chamuscado en una fiambrera de aluminio, ropa destrozada que la gente llevó durante la Guerra, etc.

La realidad de todo esto impone una presión despiadada. No experimentamos la Guerra. Pero no podemos darle la espalda y pretender que no sabemos nada de ella. Tanto si nos gusta como si no, tenemos que admitir que muchas personas fueron asesinadas por el bombardeo en Hiroshima, Japón. Creo que la mejor conmemoración a aquellos que murieron es prometer que nunca dejaremos que vuelva a ocurrir una tragedia como esta.

Al cabo de un rato, me di cuenta de que habían algunos de primaria de Hiroshima en el museo. Estaban mirando las exposiciones y a mi en la silla de ruedas con la misma expresión, como si estuvieran mirando algo horrible. Pensé que no debía preocuparme por las miradas de otras personas .
"Puede que una silla de ruedas y la persona que la maneje sean algo inusual para ellos."
Pensando esto de esta manera pude concentrarme en las exposiciones.

Suzuki-sensei nos llamó y fuimos escaleras abajo. Me sentí aliviada de escapar de los incomodantes ojos y del pesado ambiente.

Afuera había comenzado a lloviznar. Mamá intentó ponerme un impermeable mientras me sentaba en la silla de ruedas. Intenté pararla diciendo, "Eso no es guay." Pero nadie decía nada, así que hice a regañadientes lo que me dijo. También me puso una toalla en la cabeza.

El verdor fresco del parque era agradable. Los árboles estaban húmedos por la lluvia. Brillaban bajo el cielo nublado. Las hojas amarillo-verdosas de los árboles de alconfor se veían preciosas en comparación con sus troncos negros. Quería dibujarlos.

Nos adentramos más en los árboles verdes y llegamos a la Campana de la Paz. El techo circulas sostenido por cuatro pilares representa el universo. Las hojas muertas de loto en el estanque rodeando la campana también parecen tener su historia.
"Quien quiera hacer sonar la campana, que venga aquí." dijo uno de los profesores.
Miré a mi alrededor. Terada-san y Kasuya-san la hicieron sonar.

DONG... DONG...

El sonido se desvaneció en la distancia con una prolongada resonancia.
"Estoy escuchando el sonido de esta campana deseando 'paz' así que debería hacer lo que pueda, aunque no vaya a hacer sonar la campana."
Pensando de esta manera cerré los ojos y recé.

A causa de la lluvia , el agua del Río Ohta era del color de la tierra. Después de que tiraran la bomba, estaba lleno de personas heridas. Lloraban, "¡Hace mucho calor, mucho calor!" Imaginar la escena en mi mente era más horrible que mirar las exposiciones en el museo.

Las palomas vinieron y se posaron en mis hombros y brazos una tras otra. Sus patas eran suaves y cálidas. Vinieron en masa picoteando la comida que sujetaba. Había montones de ellas. Son palomas comunes, así que no son particularmente bonitas. Encontré una con las patas mal. Caminaba a pesar de ser una discapacitada. Intenté dar de comer obstinadamente solo a la discapacitada. Pero no podía hacerlo muy bien. Hay muchas palomas en el parque, supongo que si fuera seriamente discapacitada y no pudiera andar, como yo, puede que no pudiera vivir. Me vino a la mente que debería estar agradecida por haber nacido como persona y así poder seguir viva.

¿Estoy deseando por la 'paz' porque soy una persona que solo puede vivir en un mundo 'pacífico'? Es un deseo vergonzoso.

Al poco rato, también sentí ganas de dar comida para pájaros a las demás palomas, no solo a la que tenía las patas mal. Mientras observaba a las palomas con sus tambaleantes pasos cogiendo la comida, pensé en el sentido de 'bienestar' que tenemos en nuestro mundo humano.

jueves, 20 de agosto de 2009

DIARIO DE KITOU AYA XIX

Capítulo 4, "Ya ni siquiera puedo cantar..." XI

Estudiante de tercero de secundaria


Pensando que mi vida en el internado pronto acabará, fisgoneé en el Comité Ejecutivo para exceder este año. También trabajé duro para la fiesta de Navidad ansiosa por entretener a todos. Estaba muy ocupada. Pero estaba satisfecha conmigo misma este año porque hice varias actividades por el bien de otras personas.
"No dejaré que cosas pequeñas me venzan," dijo mamá, " así que, Aya, tú también deberás resistir una prolongada guerra."
Estaba avergonzada de mi misma por pensar solo en el presente. La primavera acabará pronto. Al mismo tiempo que sacaba la mano por la ventana del coche para coger pétalos de las flores flotando al rededor, podía sentir el profundo amor de mamá. Eso me dio algo de paz.

Estoy mas asustada cuando me levanto por la mañana que cuando voy a dormir cuando me apetece. Me lleva como una hora doblar mi futón y ponerme el uniforme, otra media hora para ir al baño y luego 40 minutos para desayunar. Cuando mi cuerpo no se mueve con soltura me lleva incluso más. Ni siquiera tengo tiempo para mirar a la cara de alguien y decir, 'Buenos días'. Tiendo a mirar abajo todo el tiempo. Esta mañana, volví a caerme y me di un feo golpe en la barbilla. Miré a ver si sangraba. No lo hacía, así que me sentí aliviada. Pero sé que en algunos días empezaré a sentir algo de dolor, con cardenales en los hombros y los brazos.

Perdí el equilibrio en la bañera y caí burbujeando en el agua. Extrañamente, no sentí que podría morir. De todas maneras, vi un mundo transparente. Supongo que el Cielo es así...
Pongo mi mano en el pecho.
Puedo sentir mi corazón latiendo.
Mi corazón funciona.
Estoy contenta. ¡Aún sigo viva!

Las encías de encima de mi diente derecho de adelante están hinchadas. Los nervios han vuelto a morir.

Fui con el grupo de discapacitados a una salida nocturna. Vinieron muchos voluntarios para cuidarnos. Como una niña de tres años es la fase rebelde, tuve que estar diciendo, "¡Puedo hacer esto por mi misma, así que lo haré!"
Eso punzó mi conciencia. Etsuyo come la comida tumbada. Una chica que pasaba por ahí la miró con una expresión divertida en la cara. Estoy contenta de poder comer sentada. Empecé a pensar que nosotras, las personas dicapacitadas somos todas iguales, a pesar de que nuestras discapacidades tomen formas diferentes.

Rika, mi hermana de cuatro años, estaba con nosotros. Dijo algo cruel:
" No eres guapa Aya, sabes, porque te tambaleas."
Se me cayó el té involuntariamente cuando escuché eso. Los niños pequeños son crueles porque dicen cosas de manera directa sin considerar si alguien puede ser herido por lo que dicen.

miércoles, 19 de agosto de 2009

DIARIO DE KITOU AYA XVIII

Capítulo 4, " Ya ni siquiera puedo cantar..." X

Marzo

Enhorabuena a Ako e Hiroki por graduarse en el primer ciclo de secundaria. Ahora debéis hacer frente a los exámenes de acceso al instituto.¡ Buena suerte!

Sintiendo ganas de ir a los campos
Para coger los fértiles brites de cola de caballo.

La lluvia de primavera cae lloviznando en silencio.

Esta primavera solo trae soledad.

Estoy realmente procupada por mi futuro. Ya he dado la espalda a mi vida sin darme cuenta. ¿Qué les ha pasado a mis esperanzas para el futuro? Ya no puedo pensar seriamente en lo que quiero ser en el futuro. Lo dejaré así. Las olas de mi destino me han arrastrado. Ni siquiera sé qué clase de profesiones quedan para mí.
"Habrá otro año." dice mamá.
"Solo me queda un año." pienso yo.
Ya no se cómo salvar este vacío en nuestro modo de pensar.

Los estudiantes que vienen todos los días al colegio desde el Centro de Asistencia Médica del Aoi Tori Gakuen y aquellos que han estado viviendo en el dormitorio desde jóvenes son diferentes para mi. No tienen titubeos y parece que viven sus vidas sin problemas.
"¡ No nos importa algún engaño, pero por lo menos sé puntual!"
Como siempre soy lenta y llego tarde, R-sensei y la matrona jefa me dicen siempre lo mismo. Pero con la limpieza, por ejemplo: soy lenta, pero sigo queriendo hacerla adecuadamente. No puedo engañar de esa manera...

La matrona I es muy amable. Me envuelve en un amor como el de una madre. Me cae muy bien porque me hace sentir relajada. Dice que no puede dormir bien por la noche, así que creo que le daré un animal de peluche. La matrona Y es la que siempre me mete prisa, repitiéndome que soy lenta. Pero me miró en silencio el otro día por unos 10 minutos cuando estaba cruzando el pasillo de 3 metros de ancho en el dormitorio. Su amabilidad difiere en la calidad.

Escuché por casualidad a mamá hablando con una de las matronas:
" Aya estará conmigo cuando yo muera."
No sabía que pensara tan profundamente. Me di cuenta de que eso era amor de madre.

Me olvidé de pulsar el botón para empezar a cargar la Máquina (mi silla de ruedas eléctrica), así que dejó de ser una máquina. Estaba en problemas. La empujé con todas mis fuerzas por la cuesta. Me dolía la zona lumbar. Me tomé un breve descanso en el pasillo comunicado del segundo piso. Podía ver algo pequeño moverse en la ladera cuando miré al suelo. Era un cachorro. Parecía solo.

En ese momento un profesor pasó por ahí. "¡ Ah, a los perros también les gustan los paisajes bonitos! "

Me molestó entonces que los sentimientos que tengas hacia algo que no habla varíe dependiendo de la persona o del humor que se tenga en ese momento.

¿Qué debería hacer después de la graduación? En estos dos años, mi enfermedad ha empeorado mucho. Mamá dice que debería concentrarme en conseguir tratamiento consultando a la Dra Yamamoto. Ya no se trata de si puedo motivarme o no. Tampoco es momento de esperar ánimos. Solo debo continuar.

Puse los pies debajo de la tabla kotatsu calentada y comí algunos aperitivos. Ako se había ido por mi.
" ¡Sigue así Aya!" me dijo.

Últimamente he estado sintiendo algo extraño. A veces mi visión se emborrona y mi cerebro comienza a tambalearse. La forma de mi pie derecho también ha cambiado. La articulación de mi dedo gordo se sobresale y los otros dedos están como aplanados. Me siento asqueada pensando que este es mi pie. Ahora mido 149 centímetros y peso 36 kilos. Espero que mis pies no pierdan fuerza para soportar mi cuerpo.

¿Me oyes, pie feo?
"Estoy empeorando y ya no puedo andar." le dije a la matrona G cuando me ayudaba a recargar la silla de ruedas. "Hubo un tiempo en el que mi enfermedad estaba en un estado leve y podía andar. En ese estado, pude haberme ocupado de los demás en el dormitorio. Pero vine aquí después de haberme vuelto bastante incapaz, y ahora otras personas tienen que ayudarme. Me siento realmente mal por esto...""

Hacia el final, fue difícil sacar las palabras apropiadamente, pero me las arreglé para no llorar.

Mamá lloraba.
"Fue tu destino que enfermaras, y también es nuestro destino como padres tener una hija como tú. Aya, estoy segura de que lo estás pasando mal, pero nosotros lo estamos pasando peor. Así que no te descuides por cosas triviales. ¡Debes vivir con fuerza!"

Cuando volvía al dormitorio para cambiarme de ropa y prepararme para la clase de educación física, se me quedó atascada algo de flema en la garganta. Casi me atraganto hasta la muerte. No puedo conseguir ninguna presión abdominal y no tengo demasiada capacidad pulmonar, así que no podía deshacerme de ella. Era muy doloroso. Siento definitivamente que moriré algún día por una insignificante y pequeña cosa como esta.