jueves, 6 de agosto de 2009

DIARIO DE KITOU AYA XI

Capítulo 4, " Ya ni siquiera puedo cantar..." III

Cayendo

En el pasado, cuando quería darme prisa, podía. Ahora, incluso si quiero darme prisa, no puedo. Temo que en el futuro pueda incluso llegar a perder el sentido de la prisa. Oh Dios, ¿por qué me has dado esta carga? No, supongo que todo el mundo tiene algún tipo de carga. ¿Pero por qué soy yo la única que tiene que ser tan miserable?

La manera en que me he caído hoy fue realmente patética. Cuando me baño, mamá o Ako me ayudan a quitarme la ropa en la sala para cambiarse fuera del baño. Echan algo de agua caliente en el suelo del cuarto de baño para calentármelo. Luego me arrastro por las baldosas para meterme en la bañera. Hoy, cuando intentaba agarrar el borde de la bañera para poder adoptar una postura de medio sentada, me caí de culo. Tuve mala suerte porque había una jabonera de plástico debajo de mi. Se rompió en trocitos y algunos fragmentos se quedaron en mis nalgas. Grité muy fuerte.
"¿ Qué ha pasado ?" Chilló mamá mientras volaba al baño.

Se sorprendió mucho al ver el río rojo de sangre mezclado con el agua caliente. Puso una toalla en mi trasero apretando fuertemente y luego echó mucha agua caliente en las partes de mi que aún estaban secas. Luego mamá y Ako me sujetaron. Me secaron rápidamente y me pusieron el pijama. Mamá me cubrió los cortes de las nalgas con gasas.
"Con cortes como estos" dijo, "creo que sería mejor llevarte al hospital."
Resultó ser algo serio. Me tuvieron que dar dos puntos en el hospital y no volví a casa hasta cerca de las 9. Estaba muy cansada.

Fue un accidente repentino, pero me di cuenta de lo que estaba ocurriendo en ese momento. No había ninguna razón en concreto para que me tropezara y me cayera, o para que mis manos resbalaran. ¿Me pregunto por qué un nervio puede parar de funcionar momentáneamente? Sentía lástima por mamá por lo que hice.

Mientras mamá estaba ocupada ordenando todo tipo de medicinas para dividirlas en dosis, yo simplemente estaba tumbada en la cama. Me dolía algo el estómago.
Pero cualquiera que fuera tu excusa, Aya, tu actitud fue incorrecta.

En parte porque fui torturada por mi conciencia, tuve ganas de leer Okasan 2 ( Madre 2), una colección de poemas de Hachiro Sato. Mi mano alcanzó el estante.

1 comentario:

u dijo...

Me revienta que sienta pena por todo el mundo...