jueves, 20 de agosto de 2009

DIARIO DE KITOU AYA XIX

Capítulo 4, "Ya ni siquiera puedo cantar..." XI

Estudiante de tercero de secundaria


Pensando que mi vida en el internado pronto acabará, fisgoneé en el Comité Ejecutivo para exceder este año. También trabajé duro para la fiesta de Navidad ansiosa por entretener a todos. Estaba muy ocupada. Pero estaba satisfecha conmigo misma este año porque hice varias actividades por el bien de otras personas.
"No dejaré que cosas pequeñas me venzan," dijo mamá, " así que, Aya, tú también deberás resistir una prolongada guerra."
Estaba avergonzada de mi misma por pensar solo en el presente. La primavera acabará pronto. Al mismo tiempo que sacaba la mano por la ventana del coche para coger pétalos de las flores flotando al rededor, podía sentir el profundo amor de mamá. Eso me dio algo de paz.

Estoy mas asustada cuando me levanto por la mañana que cuando voy a dormir cuando me apetece. Me lleva como una hora doblar mi futón y ponerme el uniforme, otra media hora para ir al baño y luego 40 minutos para desayunar. Cuando mi cuerpo no se mueve con soltura me lleva incluso más. Ni siquiera tengo tiempo para mirar a la cara de alguien y decir, 'Buenos días'. Tiendo a mirar abajo todo el tiempo. Esta mañana, volví a caerme y me di un feo golpe en la barbilla. Miré a ver si sangraba. No lo hacía, así que me sentí aliviada. Pero sé que en algunos días empezaré a sentir algo de dolor, con cardenales en los hombros y los brazos.

Perdí el equilibrio en la bañera y caí burbujeando en el agua. Extrañamente, no sentí que podría morir. De todas maneras, vi un mundo transparente. Supongo que el Cielo es así...
Pongo mi mano en el pecho.
Puedo sentir mi corazón latiendo.
Mi corazón funciona.
Estoy contenta. ¡Aún sigo viva!

Las encías de encima de mi diente derecho de adelante están hinchadas. Los nervios han vuelto a morir.

Fui con el grupo de discapacitados a una salida nocturna. Vinieron muchos voluntarios para cuidarnos. Como una niña de tres años es la fase rebelde, tuve que estar diciendo, "¡Puedo hacer esto por mi misma, así que lo haré!"
Eso punzó mi conciencia. Etsuyo come la comida tumbada. Una chica que pasaba por ahí la miró con una expresión divertida en la cara. Estoy contenta de poder comer sentada. Empecé a pensar que nosotras, las personas dicapacitadas somos todas iguales, a pesar de que nuestras discapacidades tomen formas diferentes.

Rika, mi hermana de cuatro años, estaba con nosotros. Dijo algo cruel:
" No eres guapa Aya, sabes, porque te tambaleas."
Se me cayó el té involuntariamente cuando escuché eso. Los niños pequeños son crueles porque dicen cosas de manera directa sin considerar si alguien puede ser herido por lo que dicen.

No hay comentarios: